Hacer limpieza y ordenar trastos en casa puede ser muy entretenido. A veces es un gusto re-encontrarte con objetos y re-descubrir cosas que estaban olvidadas, agazapadas en segunda línea, esperando salir a la luz de nuevo.

Así, ordenando libros he encontrado ésta pequeña joya que, además de ser una novela preciosa, me encanta su portada, que pertenece a una época del diseño gráfico que siempre me ha gustado. Esa época a finales de los 60 y comienzo de los 70 en la que algunos jóvenes diseñadores, británicos y estadounidenses, empiezan liberarse de la disciplina suiza, olvidándose de retículas, espacios en blanco, tipografías san serif, etc. en favor del color, la fluidez, las tipografías manuales y mucha psicodélia.

A este grupo pertenece el creador de esta portada Peter Bentley. Diseñador inglés que en 1969 y durante unos pocos años formó parte de la agencia londinense Bentley / Farrell / Burnett, ahora quizá olvidada pero cuyos trabajos fueron reconocidos con varios premios de diseño en aquellos años. Realizaron portadas discos y libros de gran calidad trabajando, entre otros, para la editorial Penguin, para la que Peter Bentley siguió diseñando como freelance durante un tiempo. De esta época destacan las portadas de varias obras de Evelyn Waugh como la de esta edición en la que se aprecia cierta inspiración en las tipografías e ilustraciones de los años 30. Un trazo suelto, una reducida pero vibrante paleta de colores y la composición en escorzo la convierten en una portada maravillosa e innolvidable –ejemplo del valor de una buena portada.

Después unos años Peter Bentley desaparece y se pierde su pista, aunque hay quien dice que anda por Grecia.

Sirva este pequeño texto como homenaje a el y a otros diseñadores-as que sin ser conocidos también forman parte de la historia del diseño.

 

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